Yo volveré a ponerme vendas
para dejar que me las quites
al ritmo que quieras marcar,
y veré de ti lo que muestres,
aquello que ante mí descubras,
hasta hacerme adicto a la luz.
Y luego sin antifaces ni vendas,
si es lo que deseas, podrás marchar,
colgar de tu sien el pañuelo,
-aquel que ya no portaré-
y aprovechando mi ceguera,
calmar la sed de mis pupilas.
Y un sueño de amor entre tú y yo teminaría