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18 abril, 2015

Rabia

Gritando solo,
como si las primeras hojas del otoño pisadas
por una suela de tres centímetros,
llamasen a la muerte con el silencio de una tormenta.
Solo, ante la oscuridad de una noche de agosto tras otra
siguiendo a una noche de julio tras otra,
en una cadena de soledades invulnerables.
Soledad en la piel que me eleva hasta dejarme sin aire.
Incendio en las arterias de entrelazados corazones.

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